¡¡POBRE PUEBLO EL NUESTRO!!
Indudablemente
sobre La Línea pesa una «jettarura» ; parece como si un genio maléfico se
hubiese empeñado en atormentarnos y en tener siempre a estos hombres y sufridos
habitantes intranquilos, soliviantados y en transe de amargura.
La política
… (de algún modo hay que llamar al desencadenamiento de ciertas bajas pasiones)
… la política esa de venganzas, atropellos y vejámenes; el desate de lo
arbitrario, de lo despótico y hasta inhumano …. Todo eso que parecía ser cosa
relegada ya a cuatro escondidos pueblecillos victimas del caciquismo y sin
medios de hacerse oír de los poderes públicos y de la nación entera, se han
entronizado en La Línea de la noche a la mañana ¡en La Línea! Con una población
de mas de 30,000 almas y al lado de una plaza extranjera donde no hay que decir
los comentarios que se hacen y los juicios que se forman. Y en este comentar y
en este formarse juicios depresivos para el nombre de España, no son los
gibraltareños los que mas extreman sus censuras y sus consideraciones
despectivas (por que nos conocen a fondo) sino los ingleses que al enterarse de
lo que aquí ocurre quédense pasmados y
se afirman mas y mas en su depresiva consideración hacia nosotros y repiten una
y mil veces en tono que subleva el animo ¡Bah
Cosas de España!.
Y lo
mas triste es que llevan razón.
Todo
cuanto aquí se había ya normalizado y dignificado merced a la buena voluntad de un puñado de hombres de diversos partidos pero unidos por el noble
vinculo común de la honradez y del cariño al pueblo, ha caído por tierra a
impulsos del huracán de la soberbia, de la venganza ruin y del desamor a esta
población cuyo resurgimiento y cuya dignificación tras tantos trabajos
conseguidos parece ser mortificante pesadilla para aquellos que, así como el
pez no puede vivir fuera del agua, no pueden respirar el puro ambiente de la
sinceridad, la honradez y la alteza de miras.
Hemos
vuelo a los tiempos antiguos ¡Tiempos bochornosos y abominables! en que se
aherrojaba, se amordazaba, y se arrollaba por todo, escarneciendo a la
justicia, imponiéndose por la fuerza bruta y oprimiendo a las personas decentes
que ante una situación tal y un espectáculo tan triste y tan humillante para el
buen nombre no ya del pueblo, sino de España, emigrarían si pudieran ……
¡A
tal extremo hemos llegado!
¡Pobre pueblo el de La Línea condenado a
verse siempre en entredicho y a ser juguete de quienes siquiera por
agradecimiento debieran tratarlo de oro modo!
Únicamente
viéndolo, palpándolo, como los estamos viendo y palpando nosotros, puede
concebirse semejante estado de cosas, que nos hace retroceder un buen puñado de
años en el camino, en el que tanto habíamos avanzado en estos últimos tiempos,
de nuestra regeneración y nuestro prestigio y merecimientos.
¡Dios
se lo tenga en cuenta a los que tal obra demoledora están llevando a cabo con
un cinismo y una carencia de sentimientos que espantan y sobre sus cabezas y
las de sus descendientes caiga todo el daño que a La Línea están ocasionando.!
Publicado en el Defensor de La Línea el 14 de enero de 1914
Luis Javier Traverso Vazquez