lunes, 15 de agosto de 2011

La Línea de Ayer y La Línea de Hoy, 1921

Artículo publicado en el periódico "El Sol" del 26 de febrero de 1921





Dos sentimientos completamente opuestos nos produce el hablar de La Línea: alegría y dolor; alegría, al ver que de aquellas humildes barracas del año 70 se ha formado una gran ciudad de 80.000 habitantes, floreciente y rica, gracias únicamente al esfuerzo, a la laboriosidad y al trabajo de sus honrados hijos, de los que, aun sin nacer aquí, la consideran como madre ubérrima que los colmó de beneficios; de lo que se enorgullecen al darle el hermoso nombre de madre y de haber contribuído al engrandecimiento de esta ciudad, para ellos tan querida, a pesar de que alguien, por pura oportunidad y peor gusto, se atrevió a  llamarlos  "acampados".
Dolor, y dolor muy hondo, nos causa cuando pensamos que si, conjuntamente con el esfuerzo de sus habitantes, hubiese marchado la protección el amparo oficial, La Línea, por sus condiciones climatológicas, por su situación topográfica, nada tendría que envidiar a las más hermosos poblaciones dol mundo; La Línea sería, como bien dijo un escritor, el verdadero paraíso terrenal.

Desgraciadamente, no ha sido así; por consideraciones estratégicas, desprovistas de todo fundamento, esta ciudad, tan digna de mejor suerte, ha sido la verdadera cenicienta, postergada y huérfana de toda tutela por parte de los Gobiernos; recientemente se ha podido conseguir una carretera que la comunique con el resto de la Península; hace muy pocos años estábamos por completo aislados, y hasta en eso parece que se ha querido hacernos una afrenta, porque esa carretera, que debiera ser de primera clase, como corresponde a la importancia del tránsito que por ella forzosamente circula, es, sin duda alguna, la carretera peor de España; es un mal camino vecinal, al que por sarcasmo se llama carretera, y, por ende, enteramente descuidado, hasta el extremo de que en cuanto apenas cae alguna lluvia, ya se hace de todo punto imposible el paso de vehículo alguno.

Eso es lo único que se le debe al Estado; pues, con ser tan poco, todavía se les debe menos, todavía han hecho mucho menos los mas directamente obligados a hacer algo, los Ayuntamientos que ho han sucedido desde la época de la fundación de esta ciudad hasta la fecha.

No es únicamente dolor lo que produce el pensar que en una población como la nuestra no haya ni un asilo, ni un hospital, ni un local para escuelas; es indignación justísima contra los que teniendo en sus manos la administración de este pueblo han consentido y siguen consintiendo que La Línea, de población importante, no tenga más que el número de habitantes; en todos los demás aspectos de la vida sólo puede parangonarse con el más inmundo y salvaje aduar africano.

Carecemos de todas esas cosas tan absolutamente necesarias, y en cambio los administradores del procomún, fámulos asalariados cuando no esbirros pretorianos al servicio del secular cacique, bautizan pomposamente con el título de hospital y de escuelas  a locales antihigiénios y malsanos, verdaderos focos de infección donde se hacinan niños y enfermos, con inminente peligro de su desarrollo y de su vida; locales que no tienen otro mérito que ser de la propiedad del cacique o familia, títulos mas que bastantes para cobrar por ellos exageradísima renta.

Se creerá que es una exageración nuestra o una extrema parcialidad contra el cacique; ni lo uno ni lo otro.
La Línea, con sus 80.000 habitantes y con ser de tan moderna fundación, razón de más para que se hubiesen tenido muy en cuenta estas cuestiones tan imprescindibles en todos los pueblos de grande o de poca importancia, no tiene ni un hospital ni un local para escuelas públicas, y no los tiene porque así ha convenido a los particulares intereses del cacique, que viene sacando un tanto por ciento enorme al capital que representan las inmundas barracas donde están instaladas esas dependencias.




Quizá muy pronto tengamos un hospital; pero, pura mayor vergüenza de nuestros Ayuntamientos, si llegamos a tenerlo no será por iniciativa ni por las gestion del Municipio. Un hombre a quien La Línea nunca sabrá agradecer bastante se ha impuesto la tarea de construir un hospital, y es casi seguro que su tenacidad, la perseverancia en su empeño, la enorme voluntad con que sabe orillar las dificultades que se ponen a su paso, lograrán que corone la empresa.

¡Leer a D. Adolfo Díaz Enríquez por su generoso intento, por su proceder caritativo! Allá donde le lleve su carrera, allí le acompañarán las bendiciones de los verdaderos hijos de La Linea.

No tenemos agua potable; el agua que se utiliza para el consumo público es de pésima calidad, procedente de pozos hechos en la arena; a esto se añade que tampoco hay alcantarillado para el desagüe de la población, sino que se emplea el sístema de pozos negros, que, además de ser excesivamente caros para el vecindario, son eminentemente antihigiénicos como contrarios a los más rudimentarios preceptos de la higiene pública.

Resulta, pues, que las emanaciones de los pozos negros contaminan, por su proximidad en el subsuelo, a los pozos de agua para beber, y esta llega a las casas llena de toda clase de microbios, que la hacen en un todo nociva y perjudicial para la salud.

No es de extrañar que las epidemias se ceben tanto en estos vecinos; la fiebre tifoidea es casi endémica, y la última epidemia gripal hizo aquí verdaderos estragos.

Pudiera creerse que este punible abandono por parte del Municipio en estas cuestiones de capital interés para la vida del pueblo tendría atenuantes en el grado de responsabilidad moral y material; la atenuación de lo que constituye un delito, así dicho, un verdadero delito atentatorio a la salud de los habitantes de La Línea, estaría justificada si nuestro Municipio no tuviese ingresos suficientes para atender a esas necesidades de urgencia.

Pero es el caso que son tan copiosos los ingresos municipales, que sólo con un poco de buena voluntad, y dedicando algo del inmenso superávit que queda después de cubrir los "gastos oficiales" que hoy tiene el Municipio, hace ya tiempo que nuestra ciudad estaría dotada de todos esos servicios de que hoy carece, y que al no tenerlas ponen el nombre de España tan bajoa tas mismas puertas de una nación extranjera.

Sólo en los cuatro años de la pasada guerra han ingresado en las arcas municipales (o han debido ingresar) las pesetas, no por cientos de miles, sino por millones; millones que, bien administrados, hubieran servicio para acometer la empresa del alcantarillado, la traída de aguas potables, la fundación de un hospital y la construcción de algunos locales higiénicos para escuelas.

¿Dónde han ido a parar esos millones? ¿Por dónde se han filtrado? Es difícil hacer una afirmación categórica en este sentido; pero el rumor público, con certero instinto, señala algunas fabulosas fortunas hechas en pocos días, sin que hayan tenido como base ni herencias ni la suerte jugando a la lotería, y es extraña coincidencia que los nuevos ricos, o son altos empleados del Municipio, o personas muy allegadas al cacique.

Pruebas de que han ingresado esas cantidades y de que no son gratuitas nuestras afirmaciones: La Línea contribuye a la provincia y al Estado a base de una población de 30.000 habitantes; el cálculo para hacer los presupuestos municipales de ingresos y gastos ha de descansar sobre esa cifra; pero como su población es de 80.000 habitantes, resulta que los gatos se presupuestan a razón de 30, y los ingresos, en realidad, son como 80. ¿En dónde se emplea esa enorme diferencia de 50? En ninguna parte. Luego es evidente que hay una filtración grandísima en los rendimientos de arbitrios, consums y demás recursos con que cuenta el Ayuntamiento para subvenir a sus necesidades; y es claro como la luz del sol que, si no existiera esa filtración, la elevada cantidad que supone sería más que suficiente para que con ella estuviese dotada nuestra ciudad de tantas cosas como necesita.




Si así se hubiese hecho, la ocultación de población tendría una plena justificación a nuestros ojos; al fin y al cabo, la ocultación envolvía anhelos legítimos, ansias de engrandecimiento de La Línea por parte de sus administradores; más que de censuras, esta conducta sería acreedora al aplauso del vecindario.

Y si en tiempos normales las cosas han marchado de esa manera, ¿que hemos de decir durante los años de guerra? En consumos solamente han ingresado, a más de lo que indican los presupuestos de los años respectivos, sobrada cantidad para haber hecho de nuestra ciudad un modelo de policía, higiene y beneficencia; en esos años puede asegurarse que han ingresado por el solo concepto de impuesto de consumos más que en una población de trescientos mil habitantes; con efecto, la población nuestra, con motivo del excesivo trabajo en los arsenales de Gibraltar aumentó considerablemente; además, ¿por que no decirlo?, la vecina plaza se aprovisionaba de aquí, y todavía, a mayor abundamiento, las exportaciones clandestinas o no clandestinas que por aquí se hacían, y que eran de una cuantía exorbitante, sólo necesitaban un marchamo, y era haber satisfecho lo que se les exigía por consumo; a pesar de todo esto, cada año de guerra nuestros celosísimos administradores sólo han calculado que ingresaban veinticinco mil pesetas más que los anteriores, ¿Cabe mayor ignominía?

¿Cómo han podido cometerse tamaños desafueros? Con la facilidad con que aquí se hacen todas las cosas, contando de antemano con la impunidad. No hace muchos años se instruyó contra este Municipio un expediente en el que se probaba, como dos y dos son cuatro, una malversación de fondos por valor de cientos de miles de pesetas; pues bien: el expediente famoso duerme el sueño de los justos en cualquier oficina burocrática, y continúan desempeñando sus puestos los mismos que aparecían como culpables.

Para poder hacer esa jugada descomunal en el asunto de consumos se han valido de procedimientos en abierta pugna con la ley. La ley preceptúa terminantemente que el impuesto de consumos ha de recaudarse por administración municipal, y, sin embargo, aquí han venido simulando una especie de subasta entre paniaguados que entregaban oficialmente lo que el presupuesto consignaba por el ingreso .... y el resto ¿dónde se han empleado?; ¿que mejoras se notan en nuestra poblacion?
Y como las cosas hay que llamarlas por su verdadero nombre, en este año pasado, que siguieron el mismo procedimiento, los rematantes de la subasta ficticia no se tapan la boca para decir que han ganado en el negocio muchos miles de duros, lo cual ha sido razón suficiente para que en el presente año no sigan siendo empresario admnistradores.



A pesar de la clarividencia de estos asuntos, y como es imposible que continuemos sin aguas, sin alcantarillados, sin escuelas , etc, etc, se susurra, con visos de veracidad, que el Ayuntamiento, para atender a esas urgencias que reclaman imperiosamente el decoro de este pueblo, proyecta un empréstito de 1.500.000 pesetas; se dice que hay empresa que lo facilita con un seis por ciento de interés y con garantía de quedarse con el impuesto de consumos y la recaudación de arbítrios de esta ciudad, ¿Contubernio? ¿Enjuague? ¿Chantage? Ello es lo cierto que, como decíamos al principio, es un dolor, y dolor muy grande, ver cómo se dilapidan los intereses de este pueblo, que, bien administrado, sería el más hermoso de España, superior a los de la Costa Azul: la verdadera Meca del turismo mundial; apena y contrista el ánimo no vislumbrar por parte alguna la aurora que indique el día venturoso de la redención de La Línea, condenada a seguir uncida al carro del caciquismo que padece desde el mismo día de su fundación.

                                                                                                         UN LINENSE


 El Círculo Mercantil

Es sin duda alguna el Círculo Mercantil la sociedad más importante de La Línea. Cuenta con más de  cuatrocientos socios pertenecientes al comercio, industria y profesiones liberales.

Como sociedad de recreo, tiene todo lo necesario para solaz y esparcimiento de sus socios: billares, salones de baile, de tresillo, buena biblioteca y cuanto requieren los casinos de su clase; pero lucha con la deficiencia del local, insuficiente de todo punto para establecer dentro del mismo cuartos de baños, peluquería, y otros muchos detalles que le faltan para hacer de él un casino de primer orden, como corresponde a la importancia de La Línea y como es el deseo unánime de todos sus socios.

Ha pretendido la Directiva anterior subvenir a estas necesidades, que cada día se sienten con más intensidad, por el aumento continuo de socios, y, al efecto, quisieron construir un edificio "ad hoc" de nueva planta en el  local de sus propiedad, que hoy ocupa el Casino de La Línea; pero a pesar de haber cumplido el contrato de arrendamiento de dicha casa, a pesar de habérsele notificado el despido con tiempo oportuno, como previene la ley, se celebró juicio de desahucio, y fundándose en consideraciones que, con todos los respetos que merece la justicia, no parecen pertinentes, ello es que el Tribunal municipal "no ha lugar al desahucio''; no es de suponer que en esta sentencia haya podido influir el hecho de que el Casino de La Línea, según de público se afirma, es una dependencia del Ayuntamiento.

Hay que tener muy en cuenta que el Círculo Mercantil, a más de su carácter de sociedad de recreo, tiene otra misión muy esencial en sus estatutos que es la defensa de las clases mercantiles e industríales y de todo lo que afecte a los intereses generales del pueblo y nunca dejó pasar ocasión de demostrar que sabe cumplir con uno de los fines que presidieron a su fundación, dificultando los atropellos del cacique, única plaga que azota a este pueblo y la eterna rémora que tiene La Linea en el camino de su liberación y engrandecimiento.

¿Guardara alguna relación esta actuación del Mercantil con la sentencia denegando el desahucio que se pedía al Casino de La línea? ¡Quién lo sabe!

Nuevamente este año intentará desahuciar a los vecinos de enfrente; en la Directiva figuran elementos jóvenes y valiosos que cifran todo su empeño en hacer un hermoso Casino que responda a las necesidades de la población, y si consiguen entrar en posesión de su casa, sí otra vez los distingos y sutilezas de los Reales decretos y Reales órdenes no les privan de lo que ellos estiman un indiscutible derecho, entonces, en breve plazo, La Línea podrá enorgullecerse teniendo un hermoso edificio, donde se establecerá esta simpática sociedad, que cuenta con capital suficiente para no escatimar en la obra cuanto sea preciso para llegar al fin que se proponen.

Como prueba de que esta entidad no se amolda a consentir sin protesta que los administradores del Municipio hagan mangas y capirotes de los intereses del procumún, en fecha muy reciente han surgido serios disgustos con el diputado por el distrito Sr. Torres Beleña, cruzándose con tal motivo cartas que han dejado al diputado en ridículo y fuera de lo presidencia honoraria del Círculo, y la entidad ha mantenido su criterio de vivir alejada y en franca lucha con los amigos del diputado, que son  los caciques de siempre y les eternos enemigos del pueblo.



Las aspiraciones del Circulo Mercantil respecto al porvenir de La Linea, y que publicó EL SOL en su suplemento de Marruecos y Campo de Gibraltar, son:

"La Línea necesita:

Primero. Un censo electoral verdad, donde estén incluidos cuantos tengan legítimo derecho entre los setenta mil habitantes que la integran, a fin de que puedan defenderse del feudalismo caciquil que hoy los esclaviza.
Segundo. Rehabílitación de su aduana, a fin de que el comercio honrado pueda desarrollarse en bien de la nación, sin tener que sucumbir a las inmoralidades de agentes y caciques.
Tercero. Un Juzgado de primera instancia que sirva de base para la defensa de la ciudadanía, que tanto ansian los "acampados".
Cuarto. Un hospital de nueva planta para poner término a la vergonzosa explotación que hoy realiza el caciquismo local con unas barracas de alquiler.
Quinto. Un tranvía eléctrico que una a La Línea con el puerto de Algeciras.
Sexto. Un ramal de ferrocarril que, enlazando con la red peninsular, evite el recargo que actualmente sufren las mercancías, siendo acarreadas desde la estación de San Roque.
Séptimo. Agua potable, teniendo en cuenta que a su consecución se han estado oponiendo hasta hoy razones nacidas en fósiles cerebros, reñidos con todo principio político y militar.
Octavo. Una buena administración municipal que urbanice y atienda debidamente las necesidades de la población, posponiendo a ellas todo interés personal o político.
Con esto, y con que el obrero se convenza de que el mayor tirano para él son el vicio y el olvido del ahorro, debiendo huir de toda concurrencia a sitíos que la burguesía y el agio le ofrecen para explotar sus debilidades y mantenerlo en la esclavitud, La Línea de la Concepción sería el paraíso terrenal de que nos hablan las Escrituras."

No hemos de terminar esta información sin enviar nuestro testimonio de agradecimiento a todos los socios y la Directiva del Mercantil por las innúmeras atenciones recibidas durante nuestra estancia en La Línea, y un saludo muy especialísimo a su presidente, D. Joaquín Ortega Duran, profesor de instrucción primaria, médico, abogado, jefe del partido reformista, orador elocuentísimo, periodista notable y no sabemos cuántos títulos más; pero indudablemente la figura más popular y simpática de La Linea, y una de las personalidades de más prestigio y valía en todo el Campo de Gibraltar.




DON JUAN BEATY VIAGA






Misión ineludible del informador comercial es la de dar a conocer por medio de los grandes órganos de publicidad los nombres de aquellas personas a cuya actividad deben las respectivas regiones buena parte de su prosperidad y bienestar.

Así, nosotros, en eeta página dedicada al Campo de Gibraltar no podríamos prescindir, so pena de ser injustos por omisión, de rendir el homenaje que se merece al Sr. John Beaty Víaga, industrial acreditadísimo do Gibraltar y La Línea de la Concepción.

Es negocio principal del Sr. Beaty el negocio de las carnes frescas, para cuya venta cuenta con un puesto en el mercado de Gibraltar y otro en La Línea. Este último puesto (a cargo de D. José Domínguez) es realmente el puesto regulador que evita los abusos de precio y peso en el mercado linense. Durante la guerra, en aquellos días en que la carne llegó a tener un precio fabuloso, el Sr. Beaty, con generoso desprendimiento, que le ocasionó fuertes perdidas, hizo bajar el precio de la carne, de golpe, en seis reales kilogramo, beneficiando de este modo al pueblo de La Linea.

Otro de los negocios del Sr. Beaty es el de abastecimiento a los barcos de toda clase de artículos alimenticios y de agua. Para este último servicio cuenta con varías cisternas de su propiedad, tan perfectamente acondicionadas, que, aun en los días de peor estado del mar, no han dejado de cumplir su cometido. Presta este servicio de abastecimiento de agua, con carácter exclusivo, a la Marina de guerra española.

Abarcando otras modalidades mercantiles, el Sr. Beaty, como empresario de espectáculos, es arrendatario del teatro Cómico y de la plaza de toros de La Línea. Y como prueba de su desprendimiento y buen gusto, de su acierto insuperable, siempre sabe llevar a los carteles de sus espectáculos la nota vibrante y bulliciosa de las novedades y los grandes éxitos. Sobre todo en los toros, desde que el Sr. Beaty es empresa se dan las mejores combinaciones que pueden conocerse en las más acreditadas plazas. Además, ha dotado al circo taurino de una instalación eléctrica propia, adecuada para sesiones cinematográficas durante el verano.

En Ceuta, y en edificio "ad hoc", situado en la Ribera de Pescadores, tiene el Sr. Beaty una importantísima fábrica de salazones y conservas, a cuyo frente, e interesado como socio industrial, figura el inteligente técnico don José Rosa Hueso.

Son representantes de dichas fabricaciones en Italia, su principal mercado, los Sres. Groz y Lanata, de Genova. En Rincón del Médik tiene también depósito de salazones.

Muy pronto estarán dispuestos para navegar cuatro barcos a motor, cuyos últimos útiles pesqueros se estén preparando en estos días.

Por ultimo, el Sr. Beaty, emprendedor arriesgado, activo, acude a grandes subastas y adquiere todo lo que es susceptible de comercio.




Para todos los asuntos enumerados,  y algunos otros que seguramente habrán escapado a la memoria infiel del amnésico periodista, cuenta el Sr. Beaty con la asociación de su hijo político, D. Manuel Vergara, joven incansable, que goza de generales simpatías, y que sabe "ver" los negocios con rápida ajeada.

Lástima quc hombres como los señores Beaty y Vergara, de que tan necesaríos están los pueblos, lejos de ser ayudados y fortalecidos por quienes, debido a su cargo y a su responsabilidad ante el pueblo, debían prestarles todo su apoyo, se vean, ante la amargura de las trabas y componendas caciquiles, en momentos de desmayo que hacen pensar en abandonarlo todo o en huir hacia tierras más hospitalarias...
¡Lástima, lástima!.-















                                                                       Luis Javier Traverso





Documento cedido por  Juan Manuel Ballesta

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