Lo de Gibraltar
Sobre los deplorables sucesos acaecidos en La Línea, en la noche del 13 y mañana del 14, trae extensos pormenores El Sino, del Campo de Gibraltar.
A cosa de las nueve de la noche del día 13—
— unos cinco ó seis jóvenes de los conocidos aquí por «banqueteros» intentaron pasar a La Línea con unos morrales de género ilícito por entre las postas de carabineros números 4 y 5, sitas en la parte neutral de Levante.
Cuando ya iban a conseguir su objeto, notaron que los carabineros alli de servicio los perseguían, y entonces los muchachos para poder librarse de ser aprehendidos, se dieron a la fuga por el campo neutral, mas no sin antes desprenderse de los morrales para correr, sin duda mas ligeros.
Los carabineros, en vista, según parece, de que comprenderían lo imposible que les sería alcanzar a aquellos jóvenes, desístieron de perseguirlos y recogieron los morrales, presentándolos al comandante de la guardia de Principal.
Esto parece que lo han visto varios vecinos de aquel barrio.
Al poco tiempo de lo dicho, uno de los mencionados jóvenes, Andrés Giles, volvió a intentar salir por la casilla núm. 3, sin la menor carga, al decir de sus compañeros, y según de público se decía por todos los vecinos del barrio de Vista Hermosa; pero con la desgracia de que, visto por un empleado de la Tabacalera, éste le disparó un tiro con la poca fortuna de dejarle muerto instantáneamente.
También oímos decir que otro de los supradíchos jóvenes, al intentar pasar por la misma casilla, tropezó con el cadáver de su compañero.
Muchos vecinos de aquel lugar aseguran que a los veinte o treinta minutos de oir el disparo, que sin duda causó la muerte del infeliz Giles, sintieron otros dos como de revolver.
También dicen que vieron a un soldado de infanteria ó carabinero con un morral dirigirse hacia el lugar del suceso.
Otras versiones aseguran que cuando llegaron las autoridades competentes A levantar el cadáver, encontraron al lado de él un morral cargado de tabaco y una pistola descargada.
Antes de las ocho de la mañana del 14, los vecinos de Vista Hermosa se hallaban en grandes grupos refiriendo todos los sucesos que habían originado la muerte de Giles en la noche anterior.
Por enfrente de aquellos grupos se paseaban unos seis empleados de la Tabacalera. Como la inmensa mayoría de los grupos lo componían mujeres y niños, éstos al ver á los tales «blanquillos» les dirigían algunas que otras palabras duras, en son de protesta y como prueba de la indignación que les había causado el hecho cometido por uno de sus compañeros.
Pero los «blanquillos» seguían recibiendo con ademanes provocativos los improperios que los niños y las mujeres les dirigían y hasta dicen que uno de ellos se atrevió á amenazarles «con que todas las noches se iban á «cargar» media docena de paisanos» (palabras textuales.)
Estas y otras provocaciones de los «blanquillos» dicen que exacerbaron de tal manera a aquellos grupos que algunos chiquillos y mujeres empezaron a tirarles algunas piedras.
En esto llegaba el relevo, o sea otros seis «blanquillos» y un oficial de los mismos, el cual, en vez de obligar a su fuerza a retirarse de aquel lugar, puesto que a dicha hora ya no eran necesarios sus servicios, y así con esto privar al pueblo de un conflicto, desarmó á uno de sus subordinados y con más arranques que un Cid Campeador ordenó a su fuerza que se preparase en línea de ataque, con los sables desenvainados y los remingtons cargados, y a seguida dió la voz de romper el fuego sobre aquella multitud indefensa.
Al ruido de las primeras detonaciones, y como por encanto, todo el barrio de Vista-Hermosa y calles adyacentes completamente viéronse ocupados por una inmensa muchedumbre.
Aquel oficial, sin reparar á lo que se exponía, seguía al parecer frenético, avanzando y haciendo fuego contra aquella apiñada muchedumbre que se dispersaba pacíficamente sin hacer el menor alarde decresistencia. A los primeros disparos hechos por el oficial y un «blanquillo», a poco mas de un metro de distancia de las casas que forman el indicado barrio, cayeron al suelo dos hombres heridos, uno que salía de su casa y otro que entraba también en la suya.
Mas esta sangre vertida por dos honrados artesanos no intimidó en lo más mínimo a aquellos agentes de la Tabacalera, sino que antes al contrario les dio alientos para proseguir su cañera atrepellando a los pacíficos habitantes de esta villa.
Qué cuadro mas horrible hemos presenciado esta manana. Aquí gritos femeniles, allí lamentos, más allá expresiones de mal contenida cólera y por en medio de todos se sentía el lúgubre silbido de las balas. Todos corrían, todos trataban de encerrarse en alguna casa para no tener ninguna clase de choque con aquel oficial y aquellos Individuos que se internaban por las más principales calles de la población, después de haber dejado charcos de sangre a su paso, persiguiendo a inocentes niños é indefensas mujeres.
El alcalde con la guardia civil y agentes de órden público, se dedico á calmar a las masas, y no sin grandes esfuerzos, las contuvo en su afán de avanzar. Todos estaban indignados con lo acontecido.
Pero, señores conservadores, esto va á ser el fin del mundo.
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Artículo publicado en el periódico El Heraldo del Sábado 16 de mayo de 1891
Cádiz 15 (11,50 n.)—A consecuencia de los disparos hechos por los empleados de la Tabacalera contra algunos paisanos da La Línea, han fallecido tres de éstos, recibiendo otros diferentes contusiones. Gracias a la intervención de los carabineros, no han sucedido más desgracias.
Con tal motivo se ha reunido en La Línea fuerza de la Guardia civil de Caballería, habiéndose procedido ya a la instrucción del sumario. Uno de los bárbaros agresores ha sido preso.
Tanto en La Linea como en esta población, el vecindario esrá indignado contra los empleados de la Tabacalera por su inhumano proceder.—
Ruiz Mateos
Cádiz 16 (8 n.) —Segán noticias recibidas de La Línea, es grandísima la indignación del vecindario con motivo de los sucesos de que dí cuenta en mis telegramas de ayer.
Es realmente escandaloso lo que esta ocurriendo con los empleados de la Tabacalera, que campean continuamente sin las más ligeras molestias por parte de las Autoridades, a pesar de poner en continuo en peligro la vida de cuantas personas transitan por la carretera; contínuamente están haciendo disparos bajo, el pretexto de perseguir a los contrabandistas, siendo lamentable que se les permita semejantes abusos.
Ha muerto otro de los heridos a consecuencia de los disparos de ayer, aumentando con esto la indignación contra la Compañía Arrendataria, que dispone de este país como si se tratase de un feudo.
Por los sucesos de ayer se instruyen sumarios judicial y militarmente, notándose mucha actividad en las instrucciones. Es conveniente que se llame la atención en ese periódico sobre los expresados abusos, de los
que es única responsable la Compañía Arrendatarla y sus empleados—
Luis Javier Traverso
— unos cinco ó seis jóvenes de los conocidos aquí por «banqueteros» intentaron pasar a La Línea con unos morrales de género ilícito por entre las postas de carabineros números 4 y 5, sitas en la parte neutral de Levante.
Cuando ya iban a conseguir su objeto, notaron que los carabineros alli de servicio los perseguían, y entonces los muchachos para poder librarse de ser aprehendidos, se dieron a la fuga por el campo neutral, mas no sin antes desprenderse de los morrales para correr, sin duda mas ligeros.
Los carabineros, en vista, según parece, de que comprenderían lo imposible que les sería alcanzar a aquellos jóvenes, desístieron de perseguirlos y recogieron los morrales, presentándolos al comandante de la guardia de Principal.
Esto parece que lo han visto varios vecinos de aquel barrio.
Al poco tiempo de lo dicho, uno de los mencionados jóvenes, Andrés Giles, volvió a intentar salir por la casilla núm. 3, sin la menor carga, al decir de sus compañeros, y según de público se decía por todos los vecinos del barrio de Vista Hermosa; pero con la desgracia de que, visto por un empleado de la Tabacalera, éste le disparó un tiro con la poca fortuna de dejarle muerto instantáneamente.
También oímos decir que otro de los supradíchos jóvenes, al intentar pasar por la misma casilla, tropezó con el cadáver de su compañero.
Muchos vecinos de aquel lugar aseguran que a los veinte o treinta minutos de oir el disparo, que sin duda causó la muerte del infeliz Giles, sintieron otros dos como de revolver.
También dicen que vieron a un soldado de infanteria ó carabinero con un morral dirigirse hacia el lugar del suceso.
Otras versiones aseguran que cuando llegaron las autoridades competentes A levantar el cadáver, encontraron al lado de él un morral cargado de tabaco y una pistola descargada.
Antes de las ocho de la mañana del 14, los vecinos de Vista Hermosa se hallaban en grandes grupos refiriendo todos los sucesos que habían originado la muerte de Giles en la noche anterior.
Por enfrente de aquellos grupos se paseaban unos seis empleados de la Tabacalera. Como la inmensa mayoría de los grupos lo componían mujeres y niños, éstos al ver á los tales «blanquillos» les dirigían algunas que otras palabras duras, en son de protesta y como prueba de la indignación que les había causado el hecho cometido por uno de sus compañeros.
Pero los «blanquillos» seguían recibiendo con ademanes provocativos los improperios que los niños y las mujeres les dirigían y hasta dicen que uno de ellos se atrevió á amenazarles «con que todas las noches se iban á «cargar» media docena de paisanos» (palabras textuales.)
Estas y otras provocaciones de los «blanquillos» dicen que exacerbaron de tal manera a aquellos grupos que algunos chiquillos y mujeres empezaron a tirarles algunas piedras.
En esto llegaba el relevo, o sea otros seis «blanquillos» y un oficial de los mismos, el cual, en vez de obligar a su fuerza a retirarse de aquel lugar, puesto que a dicha hora ya no eran necesarios sus servicios, y así con esto privar al pueblo de un conflicto, desarmó á uno de sus subordinados y con más arranques que un Cid Campeador ordenó a su fuerza que se preparase en línea de ataque, con los sables desenvainados y los remingtons cargados, y a seguida dió la voz de romper el fuego sobre aquella multitud indefensa.
Al ruido de las primeras detonaciones, y como por encanto, todo el barrio de Vista-Hermosa y calles adyacentes completamente viéronse ocupados por una inmensa muchedumbre.
Aquel oficial, sin reparar á lo que se exponía, seguía al parecer frenético, avanzando y haciendo fuego contra aquella apiñada muchedumbre que se dispersaba pacíficamente sin hacer el menor alarde decresistencia. A los primeros disparos hechos por el oficial y un «blanquillo», a poco mas de un metro de distancia de las casas que forman el indicado barrio, cayeron al suelo dos hombres heridos, uno que salía de su casa y otro que entraba también en la suya.
Mas esta sangre vertida por dos honrados artesanos no intimidó en lo más mínimo a aquellos agentes de la Tabacalera, sino que antes al contrario les dio alientos para proseguir su cañera atrepellando a los pacíficos habitantes de esta villa.
Qué cuadro mas horrible hemos presenciado esta manana. Aquí gritos femeniles, allí lamentos, más allá expresiones de mal contenida cólera y por en medio de todos se sentía el lúgubre silbido de las balas. Todos corrían, todos trataban de encerrarse en alguna casa para no tener ninguna clase de choque con aquel oficial y aquellos Individuos que se internaban por las más principales calles de la población, después de haber dejado charcos de sangre a su paso, persiguiendo a inocentes niños é indefensas mujeres.
El alcalde con la guardia civil y agentes de órden público, se dedico á calmar a las masas, y no sin grandes esfuerzos, las contuvo en su afán de avanzar. Todos estaban indignados con lo acontecido.
Pero, señores conservadores, esto va á ser el fin del mundo.
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Artículo publicado en el periódico El Heraldo del Sábado 16 de mayo de 1891
Los empleados de la Tabacalera.
Con tal motivo se ha reunido en La Línea fuerza de la Guardia civil de Caballería, habiéndose procedido ya a la instrucción del sumario. Uno de los bárbaros agresores ha sido preso.
Tanto en La Linea como en esta población, el vecindario esrá indignado contra los empleados de la Tabacalera por su inhumano proceder.—
Ruiz Mateos
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Artículo publicado en el periódico El Heraldo del Domindo 17 de mayo de 1891
Los Sucesos de La Línea
Cádiz 16 (8 n.) —Segán noticias recibidas de La Línea, es grandísima la indignación del vecindario con motivo de los sucesos de que dí cuenta en mis telegramas de ayer.
Es realmente escandaloso lo que esta ocurriendo con los empleados de la Tabacalera, que campean continuamente sin las más ligeras molestias por parte de las Autoridades, a pesar de poner en continuo en peligro la vida de cuantas personas transitan por la carretera; contínuamente están haciendo disparos bajo, el pretexto de perseguir a los contrabandistas, siendo lamentable que se les permita semejantes abusos.
Ha muerto otro de los heridos a consecuencia de los disparos de ayer, aumentando con esto la indignación contra la Compañía Arrendataria, que dispone de este país como si se tratase de un feudo.
Por los sucesos de ayer se instruyen sumarios judicial y militarmente, notándose mucha actividad en las instrucciones. Es conveniente que se llame la atención en ese periódico sobre los expresados abusos, de los
que es única responsable la Compañía Arrendatarla y sus empleados—
Ruíz Mateos.
Luis Javier Traverso
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