miércoles, 10 de agosto de 2011

El niño en la escuela

Artículo publicado en el periódico "El Obrero Mercantil" de La Línea el 05 de enero de 1916

LETRAS DE ORO

El niño en la escuela

¿Siento una enorme tristeza cuando veo las rejas de una cárcel o las puertas de una escuela mala.
Dos cárceles.
Una es el corolario de la otra; la ignorancia produce el crimen; la mala escuela produce la cárcel.
Los pueblos tienen un corazón:
la escuela.
¿Queréis suprimirla cárcel? Poneale dentro una escuela. De noche se iluminan las calles a causa de los ladrones. 
¿Queréis seguridad? Iluminad los espíritus y apagad los faroles. Es para las almas delicadas un cuadro doloroso ver a las criaturas durante seis horas en las escuelas sentadas, inmoviles.
El niño cuyo organismo físico y moral requiere imperiosamente la agitación, cuya sangre es viva, áspera, inquieta, petulante; el niño, que es todo hecho de alegría, virgen de movimiento rápido, de vibraciones aladas, no puede estar durante un día entero, estúpidamente contrariado, en una posición bestial y monástica.
Se les obliga a estar doblados sobre un libro árido, seco, abstracto; se les inquieta, con el reposo forzado, y cuando soñolientos y cansados levantan los ojos del libro que no entienden, para mirar por la ventana un pedazo de cielo, encuentran ante su mirada tierna, la mirada de un profesor pedante.
Dejad correr a los niños, saturadlos de luz, equilibrar su sistema nervioso, y dadle fuerza, movimiento, armonía y libertad.
Un niño no es un vientre, es un ave.
¿Queréis modelar la escuela?
No copiéis al claustro; imitad al nido.
Por eso cuando los niños salen de la clase, tienen una alegría vibrante, radiante, alucinada; gritan saltan, trepan a los árboles, roban los nidos, apedrean a los perros, corren, desaparecen, vuelan como pájaro que huyó de la jaula.
Vuelan, si; la alegría tiene alas.
Es la naturaleza que protesta.
¡La Naturaleza! Palabra santa.

Guerra Junqueiro






                                                                       Luis Javier Traverso




Documento cedido por Miguel Manzano

Páginas