LETRAS DE ORO
El niño en la escuela
¿Siento una enorme tristeza cuando veo las rejas de una cárcel o las puertas de una escuela mala.
Dos cárceles.
Una es el corolario de la otra; la ignorancia produce el crimen; la mala escuela produce la cárcel.
Los pueblos tienen un corazón:
la escuela.
¿Queréis suprimirla cárcel? Poneale dentro una escuela. De noche se iluminan las calles a causa de los ladrones.¿Queréis seguridad? Iluminad los espíritus y apagad los faroles. Es para las almas delicadas un cuadro doloroso ver a las criaturas durante seis horas en las escuelas sentadas, inmoviles.El niño cuyo organismo físico y moral requiere imperiosamente la agitación, cuya sangre es viva, áspera, inquieta, petulante; el niño, que es todo hecho de alegría, virgen de movimiento rápido, de vibraciones aladas, no puede estar durante un día entero, estúpidamente contrariado, en una posición bestial y monástica.
Se les obliga a estar doblados sobre un libro árido, seco, abstracto; se les inquieta, con el reposo forzado, y cuando soñolientos y cansados levantan los ojos del libro que no entienden, para mirar por la ventana un pedazo de cielo, encuentran ante su mirada tierna, la mirada de un profesor pedante.Dejad correr a los niños, saturadlos de luz, equilibrar su sistema nervioso, y dadle fuerza, movimiento, armonía y libertad.
Un niño no es un vientre, es un ave.
¿Queréis modelar la escuela?
No copiéis al claustro; imitad al nido.
Por eso cuando los niños salen de la clase, tienen una alegría vibrante, radiante, alucinada; gritan saltan, trepan a los árboles, roban los nidos, apedrean a los perros, corren, desaparecen, vuelan como pájaro que huyó de la jaula.
Vuelan, si; la alegría tiene alas.
Es la naturaleza que protesta.
¡La Naturaleza! Palabra santa.
Guerra Junqueiro
Luis Javier Traverso